Debe su nombre a que realmente las montañas tienen un tono azulado, consecuencia de la emanación del aceitoso vaho que desprenden los eucaliptos.
Gargantas con cascadas, alcornoques, bosques lluviosos, miradores, etc. y unas completísimas instalaciones de trenes, restaurantes y teleféricos, son complementos que hacen de estas montañas una visita inolvidable.
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